Informática y Misticismo - Parte 1
- Amorc Guatemala

- 12 may
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Tradición y tecnología: ¿un reencuentro?
Las siguientes palabras fueron escritas en la dedicatoria de una edición de 1857 de La Sabiduría de los Antiguos, ejemplificando el enigmático estilo místico–filósofo–científico Rosacruz de Sir Francis Bacon.
Porque si se considera el tiempo... la parábola ha sido siempre una especie de arco [arca], en el que se depositaron las porciones más preciosas de las ciencias; es la filosofía, la segunda gracia y ornamento de la vida y del alma humana.
Como tantos otros escritos metafóricos de Bacon, estas palabras aluden probablemente a ámbitos de indagación que constituyen un puerto y un puente hacia la sabiduría espiritual transmitida desde el mundo antiguo. En su contexto, Bacon sugiere que el amor a la sabiduría, la belleza de la vida y el alma humana son tres vasijas que, a modo de parábola, ocultan el conocimiento más preciado de la magnificencia del universo. Bacon era un gran partidario de la metodología inductiva, que utilizaba los experimentos y la observación para conocer las verdades universales ocultas en los misterios de la Naturaleza. Consideraba que este conocimiento, “la sabiduría de los siglos”, también se ocultaba en las mitologías antiguas.
Los métodos baconianos permitían utilizar la filosofía natural y la tecnología de forma optimista para mejorar la humanidad de cualquier época. Los nuevos métodos científicos y las nuevas tecnologías podían basarse en la sabiduría de los tiempos y contribuir a ella. Aunque en el siglo XXI la tradición y la tecnología son los amigos más improbables, parece que, en sus inocentes días en el mundo antiguo, juntas, jugaron bien.
Los Males Destructivos de la Tecnología

Hoy en día, la humanidad a escala global está experimentando una llamada de atención sobre los males destructivos de la tecnología sobre ella. ¿Qué ha fallado? Los tecnoeticistas señalan que la tecnología de la información está produciendo un paisaje sombrío de ilusiones, rastreo de datos y falsificación, con capacidad para jaquear la mente de una persona. Los algoritmos utilizados en la tecnología de la información pueden predecir lo que hará, cómo se sentirá y cómo actuará. Los superordenadores que están detrás de los megadatos de las TI (tecnologías de la información), en particular las redes sociales y las aplicaciones, son como un ojo que todo lo ve. La tecnología de la información incluso "te conoce mejor que tú mismo".
La capacidad de la tecnología para mantener distraídos y dispersos los pensamientos de una persona ha abierto la caja de Pandora: erosiona la capacidad de concentración, con la consiguiente pérdida de muchas facultades, como la memoria y la creatividad y puede causar problemas de salud mental. Mirándote a los ojos o prediciendo tu próximo clic, la tecnología de las pantallas puede saber tu ritmo cardíaco y tus niveles de estrés y si es probable que hagas una compra impulsiva. Nuestros teléfonos recogen sistemáticamente nuestros datos de voz, los almacenan en un servidor distante y los utilizan con fines de marketing. Este hecho se mantuvo en secreto durante algún tiempo, pero se está convirtiendo en algo de dominio público. Todo lo que decimos se almacena, analiza y reaparece como publicidad en otro dispositivo vinculado a nuestra identidad.
Los tecnólogos morales también afirman que quienes deseen aprovecharse de piratear los pensamientos, palabras y actos de una persona pueden hacerlo fácilmente, como si se tratara de un truco de magia. Si el aspecto moral de la tecnología debe ser cuestionado por el individuo, también debe serlo en relación con la evolución futura de la humanidad y de la Tierra. El científico social y filósofo de la tecnología Rocci Luppicini, escribiendo sobre la ética de la tecnología, afirma que la conciencia tecnológica se ha convertido en parte de la evolución de la conciencia de la humanidad. Luppicini describe las características integradoras de la conciencia tecnológica como asimilación, sustitución y conversación. La asimilación permite integrar experiencias desconocidas con otras familiares, mientras que la sustitución permite estructurar experiencias complejas y compartirlas con otros y la conversación sitúa a un observador dentro de la conciencia de un individuo. Todo ello crea una ilusión de tiempo y espacio compartidos, una especie de ilusión de unidad. Desde la perspectiva de miles de años de creación, es fácil sentir que la tecnología ha perdido completamente su inocencia.
Imaginemos entonces el inquietante y bello sonido de un cuerno antiguo exquisitamente elaborado. Esta tecnología tenía una razón de ser y un valor que era mucho más que un propósito funcional. Se fabricaba con imágenes mentales para tocar profundamente la belleza de la vida, para ejemplificar la importancia de la sabiduría tradicional y para hacer que tanto el que tocaba el cuerno como el que la escuchaba fueran receptivos a las conmociones internas de su alma. Es inconcebible que cualquier cosa fabricada en el mundo antiguo se hiciera sin una relación con algún aspecto del mundo divino o sin una tradición que guiara su valor ético en la sociedad.

El enigma de la pérdida de inocencia de la tecnología refleja un reto más profundo que tenemos por delante: el de restaurar la reverencia en cualquier proceso de creación mental. El proceso que lleva las ideas a la forma, pasando de la visualización a la manifestación, es uno que, según los mayores o menores grados de habilidad, puede recurrir a la esencia de una fuerza creativa divina de la vida. La antigua inocencia de la tecnología se nutrió en un mundo de simple asombro por toda la creación y naturalmente aprovechó eso. La imaginación, la inspiración y la intuición eran sentidos refinados a los que la gente del mundo antiguo probablemente recurría al crear cualquier cosa. Los aspectos prácticos y mecánicos se unían a los imaginativos y artísticos, muy alejados de las cuestiones económicas.
Publicado originalmente en Liber Lucis: El Libro de la Luz (AMORC, 2023) ®




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